
Señoras, señores, niños, niñas y el perro.
Que si, que es inminente, que nos vamos. Que en media hora salgo del trabajo, me voy a casa, me ducho, hago la maleta y me piro a rivas. Así, como si nada. Como si no dejara un mundo en ruinas tras de mí.
Pero lo primero, antes de hablar del viaje, es hablar de la rubia de la derecha. La del león. La que parece que en vez de estar triste porque yo no salgo en la foto tiene cara de mirar mi helado en busca de material para comer una vez que terminó el suyo, ya vacío a su lado.
Se nos ha hecho mayor. Ayer en concreto, se embarcó en la aventura de máscercadelostreintaquedelosdiezcrisisexistencialdelcopónAHHHH.
Este año ha sido muy importante. Terminó la carrera, consiguió su primer trabajo como enfermera, e intentó no crecer demasiado rápido. Pero, sobre todo, corriendo hacia la cocina, dando saltitos pintorescos y clamando la danza de las GA-LLE-TAS, se encontró por el camino un mail. Un mail que hablaba de redención y de amor. Y después hubo más de eso, más cariño, más abrazos. Un momento en el que cerró los ojos, pensó en hacerse mayor, claudicar, y olió a bebé. A bebé rubio.
Muchísimas felicidades sis. Espero que podamos cumplir muchos más años juntas y que hagamos conjuntos twinis de vez en cuando. Tú con converse de colorines y yo negras.
Y sobre el viaje... pues qué decir, que estoy de los nervios, atacada, histérica. Que me duele la T-R-I-P-A. Que se nota, copón, que Alexa es mi tía vaya. Y mi abuela por otra parte.
Que sigo sin saber qué ropa llevarme, que Dir en Grey tocó Ain't afraid to die pero no the final y que que que... mañana a estas horas estaré en la ciudad de las luces.
En un viaje que llevamos cinco meses preparando.
Con la mejor compañía.